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lunes, 29 de febrero de 2016

Cincuenta años de la “Toma” de Ingeniería por Estudiantes

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Diario Co Latino 16 OPINIÓN Cincuenta años de la “Toma” de Ingeniería por Estudiantes Revolucionarios Dr. Víctor M. Valle


El 7 de diciembre de 2014 se cumplen cincuenta años de una acción deestudiantes revolucionarios salvadoreños, conocida en su tiempo como la “toma de ingeniería”. Ese día 7 de diciembre de 1964, en la madrugada, un grupo de 27 estudiantes de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura, de la Universidad de El Salvador, tomó posesión de las instalaciones de la Facultad para desalojar a un grupo de profesionales de derecha que habían cometido el acto absurdo de declarar “independiente” de la Universidad a dicha Facultad. Esta acción fue un evento culminante de un proceso que se dio en todo 1964 contra la reforma universitaria iniciada por el rector Dr. Fabio Castillo Figueroa con el apoyo del movimiento estudiantil y profesional dirigido, principalmente, por estudiantes izquierdistas revolucionarios. A principios de 1964 el Rector Castillo hizo un viaje por varios países, que incluyeron Alemania, Israel y la Unión Soviética, con el fin de ampliar relaciones académicas y obtener ayudas para fortalecer la educación científica. 

En la Unión Soviética, el doctor Castillo suscribió un convenio con la Universidad de Lomonosov, la más prestigiosa e importante universidad estatal de Moscú desde que se fundó en el siglo XVIII. A raíz de esa acción del Rector Castillo, la derecha retrógrada atacó al proceso de reforma universitaria sobre la base de que los “comunistas rusos” estaban por invadir la universidad. En el interior de la Universidad, especialmente en la Facultad de Ingeniería y Arquitectura, se gestó un movimiento de contrarreforma con el claro propósito de destituir al Rector Castillo, quien contaba con el apoyo mayoritario de estudiantes y docentes de la Universidad, en ese tiempo la única que existía en el país, lo cual era una norma general en los países centroamericanos. 

La prensa escrita de entonces y los sectores conservadores de los gremios profesionales montaron una campaña contra la Universidad de El Salvador y llegaron al extremo de que un grupo de profesores de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura declararon a dicha Facultad como independiente (sic) en un claro movimiento sedicioso, ilegal y de provocación política. Se fueron al absurdo de que algunos profesores derechistas se atrincheraron en las instalaciones de la Facultad. Eso provocó la reacción enérgicade los estudiantes de la Facultad agrupados en el Frente Universitario Revolucionario de Ingeniería y Arquitectura (FURIA) que se organizaron y actuaron para desalojar a los “independientes”. Los estudiantes estuvieron parapetados por un mes y en ese período el proceso de reforma se estabilizó y continuó su marcha hacia adelante. Entre 1963 y 1964 la reforma ya había dado sus frutos: aumento considerable de la matrícula, un programa de becas para estudiantes con problemas económicos, mayor número de profesores de tiempo completo, centros regionales, más equipo de apoyo a la docencia, organización de un sistema bibliotecario, la Facultad de Ciencias Agronómicas, el Consejo de Investigaciones Científicas y el estudio de la historia contemporánea, para mencionar algunos campos en los que se había actuado. La coyuntura política bajo la presidencia del teniente-coronel Julio Rivera permitió que el gobierno no interviniera la Universidad, como era el deseo y la presión de los sectores conservadores de la sociedad, algunos de los cuales conspiraban en actividades golpistas para derrocar a Julio Rivera, populachero y campechano, que andaba sin mucha protección por los sitios públicos y había propiciado la apertura política de la representación proporcional en la Asamblea Legislativa. Definitivamente, esa acción de fuerza salvó al proceso de reforma el cual continuó profundizándose hasta que, el 19 de julio de 1972, el gobierno del coronel Molina dio el zarpazo de lesa cultura al intervenir y destruir la Universidad de El Salvador. Después de la Rectoría exitosa, a pesar de los asedios, Fabio Castillo Figueroa fue el candidato de la izquierda en las elecciones presidenciales de 1967 y para entonces la izquierda no parecía tener fisuras ideológicas ni políticas; pero sí, la oposición de los sectores conservadores de todo color. Lo demás es historia conocida. Se sembraron los vientos y se cosecharon las tempestades de los años 1980. Veintisiete fueron los estudiantes universitarios que se “tomaron” la facultad de ingeniería esa madrugada. Muchos sobreviven pero menciono a los desaparecidos que recuerdo en esa madrugada y la noche anterior: Tony Handal, arquitecto y luchador revolucionario que fue capturado y desaparecido por el gobierno contrainsurgente en noviembre de 1980; Mario Lungo, arquitecto y miembro del PRTC, una de las organizaciones del FMLN, fallecido de muerte natural; Guillermo Aldana, dirigente estudiantil en los años 1960 y 1970 que adquirió notoriedad en los medios a raíz de un hecho de violencia política (el secuestro y muerte de Ernesto Regalado Dueñas) y que con el pasar delos años se hundió en las oscuridades del misterio político; Eduardo Calles, ingeniero agrónomo, dirigente del Partido Comunista y muy activo en el Frente Democrático Revolucionario de los 1980 y fallecido de muerte natural, Luis Melara, activo en el Partido Comunista y quien, tiempo después de la acción que comento, tuvo un accidente cuando manipulaba la fabricación de una bomba casera, lo que le provocó la amputación, de por vida, de unos dedos de la mano derecha. 

Falleció de muerte natural después de una larga militancia revolucionaria. A los que aún están vivos no los menciono, porque no sé si a algunos de ellos no les agrada ser recordados en tiempos pasados de la lucha revolucionaria. Llegará su momento. Es bueno recordar estas acciones para que las nuevas generaciones sepan lo que ha costado llegar a lo que se vive en materia política que, de todas maneras, es un espacio democrático donde se respetan las ideas y no se mata ni nadie es asesinado por discrepancias políticas. Ojalá se siga siempre por esta senda. Honremos la memoria de esta acción estudiantil que abrió brecha, sentó precedentes y se basó en una interpretación acertada del momento político de “dictablanda”. Sin duda, la “toma deingeniería” dio frutos para tiempos que siguieron en la lucha, que aún continúa, para construir un país democrático, desarrollado y con justicia. Viernes 5 de diciembre de 2014 Elogio del Martirio Juan Vicente Chopin El libro del Apocalipsis, en su escritura original griega, llama a Jesucristo “el mártir fiel, el primogénito de entre los muertos” (Ap 1,5). Esto significa que los cristianos de la primera generación consideraron a Jesús como víctima de un verdugo y ellos se vieron a sí mismos como seguidores de esa víctima. Ese dato fundante y su continuidad histórica aparece también en el libro de los Hechos de los Apóstoles. En ese texto son indicados los actores que conforman el proceso martirial, es decir, el verdugo, el mártir y los discípulos del mártir. La narración dice que Pedro, después de sanar un enfermo, ante el estupor de los judíos, se dirige a ellos diciendo que el milagro es obra del Dios de Jesús: “a quien ustedes entregaron, renegando de él delante de Pilato, cuando este había resuelto ponerlo en libertad. 

Ustedes renegaron del Santo y del Justo, y pidiendo como una gracia la liberación de un homicida, mataron al autor de la Vida. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos” (Hch 3,12-15). A partir de estos textos se entiende que ser cristiano consiste en creer en uno que murió asesinado y no de muerte natural. Los cristianos somos seguidores de Jesucristo, la víctima, node Pilato o de los líderes de la religión y la política judía, que propiciaron la muerte de Jesús, es decir, sus verdugos. Ahora bien, este principio constitutivo de la fe cristiana, no vale solo para el primer siglode la historia, vale también para el presente. Digamos, pues, que a partir de una ética de la responsabilidad y de la fe cristiana, es normal y además racional respetar a las víctimas y, en consecuencia, deplorar el actuar homicida de sus asesinos. Esto vale también para otros casos ejemplares como: Gandhi, Marthin Luther King, Dietrich Bonhoeffer, Ignacio Ellacuría, Rutilio Grande, etc. Por otra parte, el valor de la entrega de los mártires no se agota en sí misma, como un hecho aislado del pasado, sino que adquiere continuidad histórica en la conciencia de las personas que admiran y pretenden poner en práctica su legado martirial. Este es un proceso normal en la tradición cristiana; así lo expresan Pedro y Juan, ante sus disgustados torturadores, cuando les dicen: “no podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hch 4,20). Por supuesto que para el partido ARENA sería mucho más cómodo, políticamente hablando, que el Papa Francisco y la Iglesia Católica Salvadoreña no estuvieran interesados en beatificar a Monseñor Romero o que nosotros confundiéramos a Jesucristo con Pilato, a Monseñor Romero con el Mayor Roberto D’Aubuisson, a Bonhoeffer con los nazis, al padre Rutilio Grande con la Guardia Nacional, es decir, que no supiéramos distinguir a las víctimas de sus verdugos. Pero eso, en condiciones normales éticas, racionales y de objetividad histórica no va a suceder. Esa confusión se puededar solamente en los estados degenerados y putrefactos de la política salvadoreña. Norman Quijano, al promover la memoria de un verdugo, se sitúa al margen de las formas constitutivas del cristianismo, esdecir, reniega de la condición cristiana. En términos históricos y prácticos, esta actitud lo pone a él y a su partido en contra de la política vaticana, de las aspiraciones de la Iglesia Católica salvadoreña, de los cristianos evangélicos que admiran a Monseñor Romero y de buena parte de la población laica que respeta el legado del arzobispo mártir.

No se sabe si el alcalde de San Salvador hace estas cosas porque ignora los orígenes del movimiento cristiano, por maniobra política, por provocación, por ingenuidad o por todo ello junto. Una cosa está clara, y este es un principio básico de la antropología cultural, jugar con los símbolos religiosos de la ciudad, puede leerse como una maniobra diabólica. Lo simbólico y lo diabólico son correlatos inseparables. En todo caso, Norman probablemente no suele leer los escritos deIgnacio Ellacuría —qué lástima— porque tendría más claro aquello que se descubre en las reflexiones del rector de la UCA, es decir, que antes o después la realidad se impone.

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