Diario Co Latino 16 OPINIÓN Cincuenta años de la “Toma” de Ingeniería
por Estudiantes Revolucionarios Dr. Víctor M. Valle
El 7 de diciembre de 2014 se cumplen cincuenta años de una acción
deestudiantes revolucionarios salvadoreños, conocida en su tiempo como la “toma
de ingeniería”. Ese día 7 de diciembre de 1964, en la madrugada, un grupo de 27
estudiantes de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura, de la Universidad de
El Salvador, tomó posesión de las instalaciones de la Facultad para desalojar a
un grupo de profesionales de derecha que habían cometido el acto absurdo de
declarar “independiente” de la Universidad a dicha Facultad. Esta acción fue un
evento culminante de un proceso que se dio en todo 1964 contra la reforma
universitaria iniciada por el rector Dr. Fabio Castillo Figueroa con el apoyo
del movimiento estudiantil y profesional dirigido, principalmente, por
estudiantes izquierdistas revolucionarios. A principios de 1964 el Rector
Castillo hizo un viaje por varios países, que incluyeron Alemania, Israel y la
Unión Soviética, con el fin de ampliar relaciones académicas y obtener ayudas
para fortalecer la educación científica.
En la Unión Soviética, el doctor
Castillo suscribió un convenio con la Universidad de Lomonosov, la más
prestigiosa e importante universidad estatal de Moscú desde que se fundó en el
siglo XVIII. A raíz de esa acción del Rector Castillo, la derecha retrógrada
atacó al proceso de reforma universitaria sobre la base de que los “comunistas
rusos” estaban por invadir la universidad. En el interior de la Universidad,
especialmente en la Facultad de Ingeniería y Arquitectura, se gestó un
movimiento de contrarreforma con el claro propósito de destituir al Rector
Castillo, quien contaba con el apoyo mayoritario de estudiantes y docentes de
la Universidad, en ese tiempo la única que existía en el país, lo cual era una
norma general en los países centroamericanos.
La prensa escrita de entonces y
los sectores conservadores de los gremios profesionales montaron una campaña
contra la Universidad de El Salvador y llegaron al extremo de que un grupo de
profesores de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura declararon a dicha
Facultad como independiente (sic) en un claro movimiento sedicioso, ilegal y de
provocación política. Se fueron al absurdo de que algunos profesores
derechistas se atrincheraron en las instalaciones de la Facultad. Eso provocó
la reacción enérgicade los estudiantes de la Facultad agrupados en el Frente
Universitario Revolucionario de Ingeniería y Arquitectura (FURIA) que se
organizaron y actuaron para desalojar a los “independientes”. Los estudiantes
estuvieron parapetados por un mes y en ese período el proceso de reforma se
estabilizó y continuó su marcha hacia adelante. Entre 1963 y 1964 la reforma ya
había dado sus frutos: aumento considerable de la matrícula, un programa de
becas para estudiantes con problemas económicos, mayor número de profesores de
tiempo completo, centros regionales, más equipo de apoyo a la docencia,
organización de un sistema bibliotecario, la Facultad de Ciencias Agronómicas,
el Consejo de Investigaciones Científicas y el estudio de la historia
contemporánea, para mencionar algunos campos en los que se había actuado. La
coyuntura política bajo la presidencia del teniente-coronel Julio Rivera
permitió que el gobierno no interviniera la Universidad, como era el deseo y la
presión de los sectores conservadores de la sociedad, algunos de los cuales
conspiraban en actividades golpistas para derrocar a Julio Rivera, populachero
y campechano, que andaba sin mucha protección por los sitios públicos y había
propiciado la apertura política de la representación proporcional en la
Asamblea Legislativa. Definitivamente, esa acción de fuerza salvó al proceso de
reforma el cual continuó profundizándose hasta que, el 19 de julio de 1972, el
gobierno del coronel Molina dio el zarpazo de lesa cultura al intervenir y
destruir la Universidad de El Salvador. Después de la Rectoría exitosa, a pesar
de los asedios, Fabio Castillo Figueroa fue el candidato de la izquierda en las
elecciones presidenciales de 1967 y para entonces la izquierda no parecía tener
fisuras ideológicas ni políticas; pero sí, la oposición de los sectores
conservadores de todo color. Lo demás es historia conocida. Se sembraron los
vientos y se cosecharon las tempestades de los años 1980. Veintisiete fueron
los estudiantes universitarios que se “tomaron” la facultad de ingeniería esa
madrugada. Muchos sobreviven pero menciono a los desaparecidos que recuerdo en
esa madrugada y la noche anterior: Tony Handal, arquitecto y luchador
revolucionario que fue capturado y desaparecido por el gobierno
contrainsurgente en noviembre de 1980; Mario Lungo, arquitecto y miembro del
PRTC, una de las organizaciones del FMLN, fallecido de muerte natural;
Guillermo Aldana, dirigente estudiantil en los años 1960 y 1970 que adquirió
notoriedad en los medios a raíz de un hecho de violencia política (el secuestro
y muerte de Ernesto Regalado Dueñas) y que con el pasar delos años se hundió en
las oscuridades del misterio político; Eduardo Calles, ingeniero agrónomo,
dirigente del Partido Comunista y muy activo en el Frente Democrático
Revolucionario de los 1980 y fallecido de muerte natural, Luis Melara, activo
en el Partido Comunista y quien, tiempo después de la acción que comento, tuvo
un accidente cuando manipulaba la fabricación de una bomba casera, lo que le
provocó la amputación, de por vida, de unos dedos de la mano derecha.
Falleció
de muerte natural después de una larga militancia revolucionaria. A los que aún
están vivos no los menciono, porque no sé si a algunos de ellos no les agrada
ser recordados en tiempos pasados de la lucha revolucionaria. Llegará su
momento. Es bueno recordar estas acciones para que las nuevas generaciones
sepan lo que ha costado llegar a lo que se vive en materia política que, de
todas maneras, es un espacio democrático donde se respetan las ideas y no se
mata ni nadie es asesinado por discrepancias políticas. Ojalá se siga siempre
por esta senda. Honremos la memoria de esta acción estudiantil que abrió
brecha, sentó precedentes y se basó en una interpretación acertada del momento
político de “dictablanda”. Sin duda, la “toma deingeniería” dio frutos para
tiempos que siguieron en la lucha, que aún continúa, para construir un país
democrático, desarrollado y con justicia. Viernes 5 de diciembre de 2014 Elogio
del Martirio Juan Vicente Chopin El libro del Apocalipsis, en su escritura
original griega, llama a Jesucristo “el mártir fiel, el primogénito de entre
los muertos” (Ap 1,5). Esto significa que los cristianos de la primera
generación consideraron a Jesús como víctima de un verdugo y ellos se vieron a
sí mismos como seguidores de esa víctima. Ese dato fundante y su continuidad
histórica aparece también en el libro de los Hechos de los Apóstoles. En ese
texto son indicados los actores que conforman el proceso martirial, es decir,
el verdugo, el mártir y los discípulos del mártir. La narración dice que Pedro,
después de sanar un enfermo, ante el estupor de los judíos, se dirige a ellos
diciendo que el milagro es obra del Dios de Jesús: “a quien ustedes entregaron,
renegando de él delante de Pilato, cuando este había resuelto ponerlo en
libertad.
Ustedes renegaron del Santo y del Justo, y pidiendo como una gracia
la liberación de un homicida, mataron al autor de la Vida. Pero Dios lo
resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos” (Hch
3,12-15). A partir de estos textos se entiende que ser cristiano consiste en
creer en uno que murió asesinado y no de muerte natural. Los cristianos somos
seguidores de Jesucristo, la víctima, node Pilato o de los líderes de la
religión y la política judía, que propiciaron la muerte de Jesús, es decir, sus
verdugos. Ahora bien, este principio constitutivo de la fe cristiana, no vale
solo para el primer siglode la historia, vale también para el presente.
Digamos, pues, que a partir de una ética de la responsabilidad y de la fe
cristiana, es normal y además racional respetar a las víctimas y, en consecuencia,
deplorar el actuar homicida de sus asesinos. Esto vale también para otros casos
ejemplares como: Gandhi, Marthin Luther King, Dietrich Bonhoeffer, Ignacio
Ellacuría, Rutilio Grande, etc. Por otra parte, el valor de la entrega de los
mártires no se agota en sí misma, como un hecho aislado del pasado, sino que
adquiere continuidad histórica en la conciencia de las personas que admiran y
pretenden poner en práctica su legado martirial. Este es un proceso normal en
la tradición cristiana; así lo expresan Pedro y Juan, ante sus disgustados
torturadores, cuando les dicen: “no podemos nosotros dejar de hablar de lo que
hemos visto y oído” (Hch 4,20). Por supuesto que para el partido ARENA sería
mucho más cómodo, políticamente hablando, que el Papa Francisco y la Iglesia
Católica Salvadoreña no estuvieran interesados en beatificar a Monseñor Romero
o que nosotros confundiéramos a Jesucristo con Pilato, a Monseñor Romero con el
Mayor Roberto D’Aubuisson, a Bonhoeffer con los nazis, al padre Rutilio Grande
con la Guardia Nacional, es decir, que no supiéramos distinguir a las víctimas
de sus verdugos. Pero eso, en condiciones normales éticas, racionales y de
objetividad histórica no va a suceder. Esa confusión se puededar solamente en
los estados degenerados y putrefactos de la política salvadoreña. Norman
Quijano, al promover la memoria de un verdugo, se sitúa al margen de las formas
constitutivas del cristianismo, esdecir, reniega de la condición cristiana. En
términos históricos y prácticos, esta actitud lo pone a él y a su partido en
contra de la política vaticana, de las aspiraciones de la Iglesia Católica
salvadoreña, de los cristianos evangélicos que admiran a Monseñor Romero y de
buena parte de la población laica que respeta el legado del arzobispo mártir.
No
se sabe si el alcalde de San Salvador hace estas cosas porque ignora los
orígenes del movimiento cristiano, por maniobra política, por provocación, por
ingenuidad o por todo ello junto. Una cosa está clara, y este es un principio
básico de la antropología cultural, jugar con los símbolos religiosos de la
ciudad, puede leerse como una maniobra diabólica. Lo simbólico y lo diabólico
son correlatos inseparables. En todo caso, Norman probablemente no suele leer
los escritos deIgnacio Ellacuría —qué lástima— porque tendría más claro aquello
que se descubre en las reflexiones del rector de la UCA, es decir, que antes o
después la realidad se impone.
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